Seguridad en América | Post

02 DE OCTUBRE DE 1968: UNA REVOLUCIÓN FALLIDA

La muerte del ex presidente (1970-1976) Luis Echeverría Álvarez (08 de julio de 2022), y quien fuera Secretario de Gobernación durante el mandato de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) reavivó los sentimientos de injusticia en la comunidad estudiantil y de quienes vivieron de algún extremo lo sucedido en esos años de represión absoluta.
    En noviembre de 2001 se creó la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) encabezada por el Dr. Ignacio Carrillo Prieto y quien bajo sus facultades de Fiscal Especial, pidió el procesamiento de Echeverría, acusado de genocidio y desaparición forzada de personas y otros delitos durante la llamada “Guerra Sucia en México” (autor intelectual).
    Luis Echeverría sólo estuvo tres años en arresto domiciliario, pues en marzo de 2009, el Quinto Tribunal Colegiado amparó a Echeverría Álvarez contra “el ejercicio de la acción penal dictada en su contra por su probable responsabilidad” en el delito de genocidio de los estudiantes en 1968, pues en toda la investigación “no existió prueba alguna de su culpabilidad”.
    Aún en la actualidad se desconoce el número real de los desaparecidos y asesinados en lo que se pretendía sólo una marcha en protesta de la represión y abuso de autoridad a los estudiantes en aquella época. Además de los delitos impunes, de 1968 aún quedan las narraciones vivas de quien estuvo ahí y logró sobrevivir.

“NO QUEREMOS OLIMPIADA, QUEREMOS REVOLUCIÓN”

Conforme pasó el tiempo, los expedientes, las investigaciones, el trabajo periodístico y las narraciones fueron abriendo puertas que habían permanecido bloqueadas por el autoritarismo de aquellos gobernantes de los años 70.
    No cabe duda que la labor de los militares en México siempre ha estado llena de disciplina, en esas décadas la policía era abusiva y extremadamente severa, sobre todo con los estudiantes, ya que lograban una organización social que asustaba a los gobernantes del país, esto de acuerdo a las narraciones de uno de los sobrevivientes del 68, que aún enchina la piel, cuando se trata de recordar el pasado.
    “Se dice que la matanza del 68 empezó por una riña entre estudiantes en la Ciudadela, pero es algo más profundo, fueron años de represión y autoritarismo lo que detonó la unión de las principales universidades, de sus alumnos y catedráticos, estábamos hartos de las golpizas y desapariciones”, comentó José Guadalupe Gómez Romero, de los Romero de Santa Cruz Acayucan (Azcapotzalco, Ciudad de México), profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
    Gómez Romero era estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras cuando ocurrió la matanza de las Tres Culturas, y comenta que la prepa 3, era famosa por sus murales y fue uno de los lugares en donde la policía intentó entrar a la fuerza y agredió a varios estudiantes en julio del 68, alumnos de la Vocacional (IPN) tres acudieron a ayudar a los universitarios, lo que detonó una serie de agresiones entre autoridades y alumnos, las primeras bombas “molotov” se hicieron presentes.
    Entre los diferentes sucesos violentos que ocurrían en las escuelas, uno de ellos fue cuando el Ejército derribó el portón colonial de la preparatoria 1 con un bazucazo en la madrugada del 30 de julio, a partir de ese momento, el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, supo que debía defender la autonomía de la Universidad, y entonces comienza la organización de las marchas estudiantiles.
    El 02 de agosto de 1968, Barros Sierra encabezó una de las marchas más emblemáticas de la historia universitaria, al frente de más de 100 mil almas, entre universitarios, politécnicos, normalistas, profesores y alumnos de la Universidad de Chapingo, las calles desde Ciudad Universitaria hasta Félix Cuevas fueron invadidas por la lucha contra la represión. La ruta fue modificada (CU-Zócalo), porque se corrió el rumor de que el Ejército Mexicano ya los estaba esperando por las cercanías del Parque Hundido (CDMX).
    “Mientras todo esto sucedía, en las facultades ya estaban organizando comisiones para marchas posteriores, para el cuidado de las instalaciones y de todos nosotros. Ahí surge el Consejo Nacional de Huelga (CNH), sin embargo le faltó profundidad al movimiento, había gente muy capaz, pero también aquellos que salían con peticiones fuera de lugar, sin ser concretos”, comentó el profesor de Psicología.
    "No queremos Olimpiada, queremos una revolución“, se escuchaba en voz de Mercedes Garzón, estudiante de la Facultad de Filosofía, y es que el 18 de octubre de 1963, la 60º Sesión del Comité Olímpico Nacional dio a conocer de forma oficial la próxima ciudad para los juegos Olímpicos 1968, es decir a la Ciudad de México (Distrito Federal), con una promesa de ser los próximos mejores juegos olímpicos, incluyendo infraestructura y hospitalidad, o sea que las revueltas en la comunidad estudiantil no formaban parte de este plan.
    El presidente en ese momento, Adolfo López Mateos, calificó este logro como “una forma de reconocimiento al esfuerzo del Pueblo Mexicano”, Gustavo Díaz Ordaz era el secretario de Gobernación.

SE AVECINA LA TORMENTA

El 13 de septiembre de 1968, los grupos estudiantiles de la UNAM, Instituto Politécnico Nacional (IPN), Universidad Iberoamericana (UIA), miembros del Consejo Nacional de Huelga (CNH) acordaron marchar de forma silenciosa partiendo del Museo de Antropología (CDMX), hasta el Zócalo. El objetivo, demostrarle al gobierno que no permitirían más abusos y autoritarismo, pero con la encomienda de ser un grupo, una organización si afán de violentar ni entorpecer los próximos juegos olímpicos.
    “La marcha silenciosa fue muy impresionante, miles y miles de personas caminando en silencio por la ciudad. Algunos compañeros traían masquín en la boca, el único sonido que se apreciaba era el de las botas azotando el suelo al ritmo de ‘Che, Che, Che Guevara’. Las voces sólo fueron emitidas al llegar al Zócalo, los gritos de protesta fueron contra Díaz Ordaz, sin embargo no se logró el objetivo. El 18 de septiembre el ejército entró en Ciudad Universitaria, violando la autonomía universitaria”.
    El 23 de septiembre renunció Barros Sierra; y los enfrentamientos continuaron, granaderos y estudiantes se enfrentaron en instalaciones del IPN (Casco de Santo Tomás).

02 DE OCTUBRE NO SE OLVIDA

A 10 días de que iniciaran los décimos novenos Juegos Olímpicos en la Ciudad de México, la Plaza de las Tres Culturas se vistió de rojo. Por tarde del 02 de octubre cientos de estudiantes se dieron cita en Tlatelolco para realizar un mitin, organizarse y demostrar que no permitirían más abusos por parte del gobierno de Díaz Ordaz. Pero a las 17:55 h, dos bengalas fueron lanzadas al cielo para avisar a los militares del Batallón Olimpia, que abrirían fuego indiscriminadamente, a quema ropa a los estudiantes.
    “Fernando Gutiérrez Barrios, entonces jefe de la Dirección Federal de Seguridad, reportó como información oficial la detención de mil 43 personas, 26 muertos y 100 heridos. La Agencia de Seguridad Nacional de la Embajada de los Estados Unidos en México informó que el número de muertos oscilaba entre 150 y 350 personas”1.
    “No se tiene el número exacto de fallecidos, esa noche”, comenta Gómez, ”pero hubo más de 700 detenidos y llevados a Lecumberri, pero como los iban siguiendo vehículos de otros compañeros, los encerraron ahí por unas horas y después los trasladaron a Santa Martha Acatitla, en donde permanecieron tres días, fueron fichados liberados, otros no tuvieron esa suerte”. El profesor José Guadalupe Gómez Romero, quien aún continúa impartiendo clases en el Colegio de Ciencias y Humanidades, declaró que “el gobierno tomó la decisión de abrir fuego ante la organización estudiantil más grande de los tiempos”.