SEGURIDAD EN CENTROS ESCOLARES
Este artículo subraya la importancia de incorporar conocimientos en atención de emergencias dentro del perfil de formación magisterial, así como la necesidad de contar con protocolos claros y recursos adecuados en cada centro escolar.
Los centros escolares son responsables de la seguridad de los alumnos durante su estancia dentro de sus instalaciones, y la (el) docente a cargo del grupo es la (el) primer responsable de ello. Para este propósito, es indispensable que la (el) docente tenga la preparación necesaria para enfrentar situaciones de emergencia en las que se proyecta un riesgo inminente a la vida y/o la integridad de los alumnos bajo su responsabilidad.
Los accidentes pueden ocurrir en cualquier sitio en formas y con efectos de daños muy diversos e impredecibles, a pesar de las mejores medidas preventivas de seguridad que se hayan adoptado. En los centros escolares las víctimas más probables, y en ocasiones al mismo tiempo causantes de los accidentes, son los alumnos, en especial en el nivel básico (preescolar y primaria) que dependen totalmente de su docente. Para enfrentar estas eventualidades, las normativas vigentes establecen la obligación de cada centro escolar de contar con la presencia de personal capacitado en la materia (brigadistas, enfermeras o médicos), así como los recursos necesarios para atenderlas (botiquín de primeros auxilios, señalizaciones y facilidades para evacuación).
Pero estas medidas pueden resultar insuficientes ante eventos simultáneos, multitudinarios o de nivel catastrófico (incendios o sismos), como se puede apreciar en esta perspectiva cuantitativa: para el ciclo escolar 2022-2023 se operó con una población escolar de 24 millones de alumnos en educación básica, 25% en nivel preescolar, en aproximadamente 225 mil planteles públicos y privados, de tal manera que con un especialista en emergencias por plantel, cada uno de estos es responsable de atender un promedio de 106 alumnos, adecuado para situaciones puntuales, pero insuficiente para eventos multitudinarios.
PERSONAL DOCENTE
El (la) docente a cargo de un grupo es una figura de autoridad y referente de confianza para sus alumnos, y conoce mejor el carácter de cada uno de ellos, y la forma más adecuada para darles instrucciones y asegurar que las obedezcan. Asimismo, al estar siempre presente frente al grupo, está en la mejor posición para percatarse y enfrentar el surgimiento de una emergencia con la mayor oportunidad, lo que es fundamental en situaciones críticas (riesgo inminente de vida) tanto de manera general como en casos individuales de padecimientos clínicos.
En este contexto, si bien no se contempla en el perfil de funciones y responsabilidades académicas y normativas del docente, se podría proyectar una responsabilidad ética y moral para velar por la seguridad y cuidado de sus alumnos, por la confianza depositada en ellos por los padres de familia y la sociedad. Igualmente, desde una perspectiva cuantitativa se tiene que, para atender esta población de 24 millones de alumnos, se cuenta con una planta de 1,225 millones de docentes, de tal suerte que, si todos ellos contaran con una preparación para la atención de emergencias, se tendría disponibles recursos para atender un promedio de poco menos de 20 alumnos.
La dinámica dentro de un centro escolar suele ser de un actividad intensa, multitudinaria y simultánea que propicia la ocurrencia de accidentes y dificulta su prevención, así como una detección oportuna por los docentes. Dinámica que es más controlable en la estancia dentro de un salón y menos controlable en los espacios comunes durante los descansos.
En este contexto se tiene que la naturaleza espontánea e imprevisible de los accidentes, totalmente distinto a la dinámica habitual de un centro escolar, suele provocar temor y desconcierto en la población escolar, y sobre todo incertidumbre en los docentes en primera instancia, respecto al curso de acción a tomar, lo cual puede comprometer la efectividad para preservar la vida y la integridad de las víctimas, con repercusiones de todo tipo (legales, morales, éticas). Para estos efectos se tiene que el mejor recurso para reducir la incertidumbre es el conocimiento, y sobre todo la práctica, por lo que se proyecta la conveniencia de considerar la integración de algún tipo de preparación en esta materia al perfil de formación magisterial.
Un escenario posible y muy real de lo anterior, es una emergencia médica con riesgo inminente de vida de un alumno, por ejemplo, una hemorragia arterial que debe ser atendido en menos de cuatro minutos. En general, ante una situación de emergencia se deben aplicar tres acciones inmediatas: reconocer de qué se trata, no agravar los daños y, si es posible, contener los daños. Pero para este propósito se requiere de un perfil de conocimientos, y sobre todo destrezas, en los docentes, y en alguna forma a los alumnos, de acuerdo con su nivel, el cual se adquiere de acuerdo con la premisa de que los conocimientos se aprenden, y las destrezas se desarrollan con la práctica.
Si ocurre un accidente en un centro escolar y un alumno no recibe la atención adecuada y oportuna, podría haber repercusiones finan- cieras por conceptos de gastos médicos e indemnizaciones, e incluso que se finquen responsabilidades civiles y/o penales. Por ello se proyecta la conveniencia de que todo docente responsable de aula, al menos en los niveles de Educación Básica, y si es posible los alumnos de mayor edad, tengan los conocimientos y destrezas necesarias para actuar como Primeros Respondientes en caso de accidentes con las siguientes premisas ante la ocurrencia de accidentes:
Para los docentes, al menos detentar la capacidad para contener los daños a la integridad física de los alumnos (o cualquier persona afectada), incluso con potencial crítico (con riesgo de vida), hasta que cuente con asistencia profesional.
Para todos los alumnos (y cualquier persona), al menos el conocimiento y entendimiento para no propiciar ni agravar los daños a la integridad física.
Para los alumnos de nivel superior (o cualquier persona, en especial los padres de familia), la capacidad para ayudar en la atención e incluso contener los daños a la integridad física de los alumnos (o cualquier persona afectada), hasta que cuente con asistencia profesional.
Las perspectivas de factibilidad y viabilidad del segmento de Soporte Vital Básico de este proceso ya se han comprobado exitosamente en el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec, como parte del programa Guardianes de la Historia.
Efectividad y oportunidad son las condiciones de éxito en la atención de contingencias de Seguridad como los accidentes, en especial cuando involucran lesionados con daños críticos (con implicaciones de vida o muerte). Si esos lesionados son menores de edad, como los alumnos de un centro escolar de nivel básico, esas condiciones son aún más enfáticas por el principio del Interés Superior de la Niñez, y en este caso, el docente a cargo de un grupo es la mejor opción, en todos sentidos, para dar esa atención.